La mañana del sábado 11 de febrero de 2024, nuestra Familia Misionera se alegró por la celebración de la Profesión Perpetua de uno de nuestros hermanos, Juan Carlos González Carrera CMF, quien, después de años de camino formativo, consagró su vida de manera perpetua en nuestra Congregación.
La ceremonia tuvo lugar en la Parroquia del Purísimo Corazón de María, presidida por el Padre Ernesto Mejía Mejía CMF, Superior Provincial, y contando con la grata presencia de familiares, seres queridos, religiosas, miembros cercanos a la Parroquia y misioneros claretianos provenientes tanto de la Ciudad de México como de Toluca. A las 11 de la mañana, con un llamado a la participación activa, se nos invitó a experimentar la dicha de ser hijos de Dios reunidos en su casa, además de unir nuestros corazones en la oración y gratitud en este momento tan significativo para la vida de nuestro hermano Juan Carlos y para la Congregación.
Después de la solemne proclamación del Evangelio, nuestro hermano fue llamado por su nombre, el nombre, es símbolo de nuestra identidad y la confianza que Dios deposita en nosotros; fue presentado por su último formador, el P. Alejandro Cerón CMF. Tras una homilía inspiradora y la petición de la intercesión de los santos en favor de nuestro hermano, Juan Carlos unió sus manos a las del Provincial para pronunciar su profesión religiosa, consagrándose a Dios para siempre. Juan Carlos fue oficialmente presentado y acogido como un Misionero Claretiano para siempre, siendo recibido con cálidos abrazos de alegría y gratitud por los demás claretianos presentes.
Después de esta emotiva ceremonia eucarística los asistentes compartieron un festivo banquete en el Centro Clotet, donde la fraternidad y la alegría fueron el sello distintivo de la ocasión.
Para nuestra Congregación, una profesión religiosa siempre es motivo de regocijo, pues no solo significa un incremento en el número de hermanos, sino que también representa la expresión de la vida y la alegría que llena nuestros corazones. Una profesión perpetua, en particular, añade aún más alegría a nuestra familia misionera, al contar con un nuevo hermano comprometido en la transformación del mundo desde la perspectiva del Evangelio, al estilo misionero de Claret.
En una era marcada por lo efímero y lo superficial, donde los jóvenes a menudo se ven inundados por lo pasajero, la profesión religiosa perpetua de nuestro hermano Juan Carlos es un motivo de esperanza para nuestra Congregación. Es un testimonio palpable de que aún hoy hay quienes optan por una vida radicalmente arraigada en Cristo, dispuestos a ser audaces en la misión. Esta profesión perpetua en lugar de hacernos caer en la tentación del desánimo, debe inspirarnos para animar y alentar a los jóvenes que se acercan a nosotros buscando un camino de vida auténtico y significativo en la sociedad.
Recuerdo las palabras de alguien que una vez me dijo que cuando un organismo está muriendo, a menudo pierde la capacidad de festejar. Sin embargo, entre nosotros, eso no debe ser así. Celebremos con alegría y gratitud la profesión perpetua de nuestro hermano Juan Carlos. Que este acto no solo sea un símbolo de esperanza, sino que también reviva en nosotros el deseo de arraigar más profundamente nuestras vidas en Cristo y de ser audaces en la misión, contagiando con alegría a otros la vocación que hemos recibido.