En el corazón de cada persona late un sueño, un anhelo que Dios ha depositado con amor. Este sueño es la llamada a vivir en plenitud, a abrazar la vida con todas sus contradicciones con una sonrisa en el rostro, a compartir la fraternidad con todos, a reconocerse como amados hijos del Padre. Para nosotros, los misioneros claretianos, este sueño se manifiesta en nuestra identidad como misioneros, pero se expresa de diversas formas: como hermano, como diácono permanente, como presbítero. Y en estos días pasados, hemos sido testigos de la realización de este sueño en la vida de uno de nuestros hermanos, José Alberto Hernández Sánchez CMF, quien ha sido llamado por gracia a ser un misionero sacerdote.
El 3 de mayo estaba marcado en el calendario como el día en que José Alberto recibiría, por la imposición de manos de Mons. Héctor Mario Pérez Villarreal, Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, el don del Espíritu Santo que lo consagraría como sacerdote de la Iglesia, como un signo vivo del amor y la ternura de Dios para el mundo.
El camino de José Alberto en la Congregación comenzó en enero de 2012, en Santa Cruz Cuauhtenco, donde inició su formación. Ese mismo año ingresó a la filosofía en el Instituto de Formación Filosófica Intercongregacional de México, destacando tanto en el Instituto como en la casa formativa por su disposición y servicio, además de su cercanía y fraternidad. Al terminar el aspirantado en Guadalajara pasó a Ciudad de México para su postulantado y también para iniciar con los estudios teológicos en el Iftim, después de seis meses se fue al Noviciado en Guatemala, para así durante todo el 2016 prepararse para dar una respuesta definitiva en nuestra Congregación, y así fue, el 01 de enero de 2017 en manos del P. Enrique Mascorro CMF emitió su primera profesión religiosa. Los años siguientes fueron años de preparación y de intentar dar una respuesta a Dios siendo lo más fiel posible, continuó y terminó con sus estudios de teología, realizó su ECA (Experiencia Comunitaria de Apostolado) en la comunidad de Oaxaca a la mitad del camino de los estudios teológicos. Y por fin, el domingo 24 de octubre de 2021 realizó su profesión perpetua. Algunos meses después fue ordenado diácono, además de estar estudiando la Licenciatura Pontificia en Teología Espiritual, estudios que concluyó en el 2023.
Un largo camino separa aquel enero de 2012 hasta este 03 de mayo de 2024 en que Beto ve por fin concretado el sueño de Dios para su vida, sin embargo, su ordenación como misionero sacerdote no es el fin del camino, es apenas el inicio de un camino que sin duda será fructífero, que hará sentir a tantos el cariño y la cercanía de Dios, sobre todo a los que más sufren en este mundo.
Y sí, llegaba ese viernes 03 de mayo, la cita era a las 17:00 hrs., los invitados empezaron a llegar un poco antes, los sacerdotes concelebrantes poco a poco iban llegando, y llegó el momento; en el Salón Guadalupano del templo de San Antonio María Claret comenzaba la celebración con la profesión de fe de Alberto, para constatar delante del Obispo y de sus hermanos sacerdotes que cree en Dios, le cree a la Iglesia y procurará ser fiel en el ministerio que ahora la Iglesia le confía. Comenzó así la emotiva celebración, en procesión caminamos hacia el encuentro del Señor, todo estaba listo. Al terminar la proclamación del Evangelio José Alberto fue llamado por su Superior actual, el P. Francisco Díaz CMF y después el Provincial, P. Ernesto Mejía CMF, pidió al Obispo, en nombre de los Misioneros Claretianos y de la Iglesia, que fuera ordenado presbítero. En la homilía el Obispo lo invitó a no perder el horizonte, a descubrir que la llamada de Dios y la respuesta de José Alberto es para el servicio de los demás, descubrir que su ministerio es un don para los demás y una tarea que implica responsabilidad. De los momentos más emotivos de una ordenación presbiteral es sin duda cuando todos los sacerdotes presentes imponen las manos, después del Obispo, en este ambiente de fraternidad sacerdotal, de una tarea compartida, de un caminar juntos en este ministerio. Y así, después de la oración consecratoria, José Alberto quedaría constituido en la Iglesia sacerdote para siempre.
Sin duda, el camino del misionero sacerdote, como también el de un misionero hermano, es un camino que se hace necesariamente con otros, no podemos encerrarnos en nosotros mismos y ocultar y guardar para sí el don que Dios nos da, porque entonces nuestra vocación quedaría frustrada, seríamos infecundos; por eso al concluir la liturgia propia de la ordenación todos los sacerdotes presentes abrazamos al nuevo padre, en señal del camino que recorreremos juntos. Y así fue, después la liturgia eucarística continuó como de costumbre, con la particularidad de que en este día José Alberto concelebraba por primera vez en medio de los demás presbíteros.
Pero la fiesta no terminó aquí, después del besamanos de la gente en la Iglesia, los invitados fueron al centro Clotet, donde el hermano Adolfo Villaseñor CMF había preparado una cena para festejar a nuestro hermano, ahí la fraternidad y el sueño compartido de Dios siguió haciéndose presente, entre abrazos, risas y una alegría que se podía respirar por todas partes vivimos la fiesta de nuestro hermano.
Al día siguiente, el sábado 04 de mayo, Beto celebró su primera Eucaristía en el templo de San Hipólito y San Casiano, este Templo para Beto es importante, porque es aquí donde su vocación nació y donde comenzó el camino, por eso regresar a este lugar para su primera misa fue especial. Además de los feligreses devotos a San Judas Tadeo asistieron también familiares, amigos y feligreses de otras de nuestras comunidades para acompañar a Beto, además de algunos sacerdotes claretianos, diocesanos y un mercedario. Al finalizar la emotiva eucaristía algunos de los invitados compartimos la mesa para continuar festejando.
Una vez terminados estos días intensos de muchas emociones el domingo por la madrugada el Padre José Alberto regresó a su comunidad, a Ciudad Juárez, junto con su Superior el P. Paco y algunos feligreses de Juárez que vinieron a acompañarlo.
Agradecidos a Dios por la vocación de Alberto, sigamos pidiendo al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos, y nosotros no nos cansemos de estar con los jóvenes, de acompañar sus vidas, para que conviviendo con nosotros despierte en ellos el deseo de seguir a Jesús misionero al estilo de Claret y así puedan vivir en plenitud el sueño de Dios para sus vidas.